Mi gran amigo y profesor nos va a enriquecer con su investigación y saber, y compartirá con nosotros sobre el "Mundo Lunfa. Historias de palabras callejeras del Río de la Plata".
"Mufa": Lo primero que hay que saber es que los italianos llaman “muffa” al
moho, esa endémica película negra que cada invierno se sube a las paredes y al
techo en ambientes mal ventilados. También entienden por “muffa” el mal olor, y
no solo el que desprenden los ambientes enmohecidos, sino cualquier “tufo” o
“baranda”. Y por extensión, ya en Venecia hace más de dos siglos, se llamaba
“muffa” al hombre taciturno y melancólico.
Para la Real Academia, en Uruguay y Argentina, la mufa es enfado o mal humor por algo que molesta. Sin embargo no es lo primero que le viene a la cabeza a un rioplatense que escucha o usa esa palabrita lunfarda. Son dos los sentidos que en cualquier esquina montevideana, sanducera o correntina adquiere la mufa. Primero y antes que nada, la mala suerte, la yeta, la adversa suerte. Algo así como ese hongo oscuro que mancha las paredes de una vida tranquila. Y cuando esos malos momentos se repiten, uno ya se siente mufado, se vuelve taciturno y melancólico, como los antiguos venecianos.
Peor aún es criar fama de portador de poderes mufosos, aquellos que pueden destruir o aniquilar la vida de un tercero, solo por mencionarlo o mirarlo mal. Y aquí está el segundo sentido moderno de la palabra lunfarda: el mufa como yeta, fúlmine, secante o yetatore. Alguien de quien se apartan a su paso subrepticiamente los amigos, la familia, los vecinos, cuando cunde la sospecha de que ese señor taciturno y oscuro (otra vez, como el moho) es capaz de provocar una enfermedad indeseada y hasta una muerte inesperada. En cualquier caso, el Señor nos guarde de las mufas y de los mufas, y de las almas enmohecidas también, ya que estamos. Mario Barité
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